martes, 31 de enero de 2017

Y de repente todo lo que das... te vuelve


Tengo mucha muchísima creatividad encerrada en mi cuerpo que durante ocho horas por día la pasa mal, la pasa como el culo, porque quiere hacer collages, quiere escribir, quiere bailar, quiere ver el sol, quiere abrazar personas, y tiene que estar escondida y oculta entre facturas y gente angustiada;  y con mi cara tenemos que hacernos las que por fuera "no pasa nada" , para que no se levanten sospechas de lo poco que me gusta trabajar de lo que estoy trabajando.
 Pero bueno, es imposible falsearla. Lo bueno es que como Brecheana que soy, sostengo a morir que la risa es más revolucionaria que la queja; y no me quedo ahí, y me las ingenié con un mecanismo de defensa que es más obra de Einstein que mía, claro, pero busca hacer algo diferente cada día. Eso evita que esta caminante del cielo que escribe se maneje de forma estática y rutinaria: Hace poco cambié mi menú de galletitas por otro de frutas. También reemplacé mi disgusto laboral con una búsqueda activa de mejores horarios y oportunidades. Y mis viajes en bici hacia la cárcel capitalista suenan más divertidos: últimamente estoy más beatle que nunca.

No hay comentarios: