sábado, 29 de octubre de 2022

todo llega, todo pasa y todo cambia: la mismísima geografía



 Hace mucho mucho que no escribo. Y ahora que entré, (otra vez) en temporada de exámenes me puse un poco reflexiva. Hace 5 años que estoy estudiando una carrera (otra vez) pero esta es distinta porque me llena el corazón más de lo que a veces me quejo. 

Estudiar para ser docente es un viaje de ida, que aunque ya debería haber finalizado según la burocracia lo estoy haciendo muy tranquila, disfrutando el proceso, aunque sí, con muchas ganas de recibirme.

Geografía, siempre digo que me gusta pero muchas veces siento que no sé nada. Cuando me preguntan más de 8 capitales mundiales ya empiezo a delirar, la verdad es que eso nunca me lo enseñaron, me encanta hablar con intelectualidad pero es también una excusa para estar en el aula con lxs pibes. Yo tuve una secundaria de mierda, siempre me sentí horrible y aislada de todo lo que pasaba ahí. Quizás una parte de mi inconsciente siempre quiere volver al colegio para revertir esa experiencia pero desde otro lugar, desde el reconocimiento con un otrx de varias generaciones que me siguen queriendo hacerle sentir acompañadx.

Mi lado espiritual conecta mucho con la geografía física, con todas las maravillas de este universo, con lo bien que funciona a pesar de que lo explotamos demasiado...

Entiendo que la naturaleza es perfecta así como es, que está en constante movimiento. Que cumple ciclos, que todo nace, muere, se transforma, aunque en la vida cotidiana no lo notemos porque cada proceso lleve millones de años, está sucediendo y sólo hay que conectar, hacernos conscientes de que en formatos más aislados lo mismo pasa con cada célula, con cada situación, con cada experiencia de vida. Las montañas están reconfigurándose en nuestras narices. El viento existe porque hay zonas que son demasiado calurosas y el aire se tiene que mover. El polvo de minerales del desierto del Sahara se transporta miles de kilómetros a través del océano para alimentar de vida a la selva Amazónica. Las guerras que nos suceden del otro lado del hemisferio nos afectan más de lo que podemos o no percibir. Las piedras son energía ancestral que llegan desde el centro de la tierra y realmente pueden influir en nuestros deseos más profundos.

El otro día me leyeron el "I ching" un libro oracular milenario de la filosofía china confusiana  en donde lo que necesitamos saber se reduce a una imagen , a un paisaje, a un lugar donde abundan los elementos naturales que nos componen. A veces estamos en aguas templadas y calmas, y otras en un volcán a punto de erupcionar. Pura geografía. Yo estoy en esta posición de testigo silenciosa, siendo parte de lo que me rodea, agradeciendo cada cosa que me sucede, aunque a algunas todavía no les encuentre mucho sentido están ahí por algo, como la naturaleza, conectando todo a favor del equilibrio.