martes, 29 de diciembre de 2009

hagamos el amor y no la guerra






Estamos al borde del caos. lo noto en la calle, en la gente, estamos ante la estupidez más severa. Lo noto en las miradas que llenan los bares. Estamos ante el punto de no retorno, el vacío más grande, la negación en los lares, el camino al azar, y quizá el dolor más punzante. Estamos ante la luz que al mismo tiempo nos dejará ciegos. Estamos al borde de todo, ¿es que nadie se da cuenta?

sábado, 26 de diciembre de 2009

gusto de tu piel





Es un gesto primitivo. como el erizo cuando se defiende del exterior. cerrar los ojos para no ver nada. enseñar las uñas. arrancar la piel. en el extremo de los dedos el cuerpo. es un gesto primitivo. como la saliva en la garganta de otro.

viernes, 4 de diciembre de 2009

con temor, pero contigo.








"Empezamos un camino hacia la felicidad, áspero y difícil; lleno de cantos y malas hierbas. Empezamos un camino, sin final a la vista, arduo, cuyo horizonte traspasaba la puesta del sol. Pero estoy a tu lado, dame la mano."

Con Tiempos Modernos, Charles Chaplin critica y lamenta el devenir del progreso en un mundo deshumanizado de sentimiento, definido por el forzoso trabajo en las fábricas, las máquinas y el hambre en las calles tras el crack del 29, contrastando con su habitual maestría ese mundo del que parece querer apartarse; así como también nos muestra el mundo de los sentimientos, la ilusión y el amor.

Hagan caso a un gran maestro, luchen cuando las cosas van mal, emprendan un camino hacia la felicidad, seguro que no están solos.

miércoles, 2 de diciembre de 2009

alucina




No estaba dormida. Simplemente miraba el techo de algún lugar tumbada en la cama en plena oscuridad. El reloj marca las diez y veinte de la mañana. Vibró el celu, y, como el toque de un despertador, me levanté. Un mensaje. Lo leo. Cierro los ojos, ahora si. Y descanso la mirada acostumbrada ya al color negro que invade mi alrededor. No sé como pero escucho esa voz recitando las palabras mágicas. Escucho el siseo de alguien pidiendo silencio. Pero un silencio cómodo, un silencio placentero, un silencio próximo, un silencio que inspira paz, tranquilidad. Como si en vez de haber leído el mensaje, lo hubiera escuchado, vivido. Como si alguien, antes de marchar, antes de salir de casa, hubiese entrado en mi habitación, mientras dormía (o lo hacía ver), a desearme un buen día. Y creo, realmente, que esas palabras me las ha silbado alguien en el oído. Abro los ojos. La oscuridad no es la misma. De repente, entre tanto silencio, noto como si hubiera vivido un sueño, o , como si fuera realidad, como si el mundo se hubiera dado la vuelta.