miércoles, 26 de agosto de 2009

hombre lobo



Como el gramófono echaba a perder en mi cuarto de estudio el aire de ascética espiritualidad, como los bailes americanos irrumpían extraños y perturbadores, hasta destructores, en mi cuidado mundo musical, así penetraba de todos lados algo nuevo, temido, disolvente en mi vida hasta entonces de trazos tan firmes y tan severamente delimitada. El tratado del lobo estepario y Armanda tenían razón con su teoría de las mil almas; diariamente se mostraban en mí, junto a todas las antiguas, algunas nuevas almas más; tenían aspiraciones, armaban ruido, y yo veía ahora claramente, como una imagen ante mi vista, la quimera de mi personalidad anterior. Había dejado valer exclusivamente el par de facultades y ejercicios en los que por casualidad estaba fuerte y me había pintado la imagen de un Harry y había vivido la vida de un Harry, que en realidad no era más que un especialista, formado muy a la ligera, de poesía, música y filosofía; todo lo demás de mi persona, todo el restante caos de facultades, afanes, anhelos, me resultaba molesto y le había puesto el nombre de «lobo estepario».

[Fragmento de "El lobo estepario", 1927, de Hermann Hesse]

sábado, 8 de agosto de 2009

qué necesario que es mandar todo a la hostia al menos una vez por año







Así es como un dìa cambia el viento. Dejàs de acomplejarte porque todos tardan menos que vos para elegir alguna prenda, no te importa. No importa que los otros jueguen mejor a todo, ganen o no, pones esa canciòn que es malìsima pero siempre se te pega, y te da lo mismo que te vean cantándola caminando entusiasmada. Porque un dìa el entusiasmo te saca de la cama y aunque no entendés mucho está bueno, porque no hace falta ser consecuente con tus ganas de morirte, con el propio desprecio repentino, con tu bochorno, ¿para que? si un dìa por algo que jamás vas a descubrir que es, respirás y te ponés de pie igual. Y ese dìa ves que movés los brazos al lado de tu cuerpo,es como si por primera vez entendieras que estás viva, y que lo más terrible no es tan terrible, ni siquiera terrible. Porque hay sol, porque pasaron blondie en la radio, haciendo ese tema de los paragons que te encanta, y vos te acordaste de eso que nunca te acordabas, o porque del auto de adelante te saludò un nene y sonrieron los dos cómplices de no se sabe què, pero de eso. De estar vivos, de no querer lamentarse, de que llueve, de que hace calor, de que llegas tarde a todos lados. Incluyendo a fin de mes, a tus promesas, a las posibilidades de algo. No importa: porque así es cómo un día cambia el viento.

jueves, 6 de agosto de 2009

en la búsqueda







Me gustaría aplaudir y enderezar el espacio, mis pestañas, remediar la curvatura del espacio producida por los cuerpos, me gustaría ver cómo desaparecen las gotas en el vacío cuando el mismo se comporta de manera lineal, cuando se extinga mi intervención física, como las gotas que siempre líquidas pasan del tiempo formando finas capas límites, resistiendo placeres inventados, resistiendo el espíritu llenador de todo lo que nos trata de desbordar desde lo visible, desde lo invisible, la resistencia de la antimateria repeliendo fenómenos demasiado humanos, demasiado fugaces en ese vacío que intenta explicar tantas cosas mías.

lunes, 3 de agosto de 2009

ser aire



Recorro la calle atardecida juntando hojas de diversas formas.
El sonido del viento es como una canción de despedida. Es como la música de una cajita en donde guardamos la infancia junto con el primer deslumbramiento y el último amor.
Me gusta haberme quedado sola a ésta hora en la que el sol no lastima los ojos ni la piel.
Julio terminó, demasiado frío.
Amo éstos momentos en que me desconecto de todo y soy apenas un vacío que nada tiene y nada espera. Todos los dolores y los sufrimientos se borran.
Sin pensar, soy igual a una nena que juega con su balde y no quiere regresar a la casa. Soy una transparencia que nadie ve.
Que hermoso me parece ser dueña de mi misma. No responder preguntas ni tener la necesidad de preguntar. Aceptar lo que hay en mí ahora. No comparar, no programar, no hacer proyectos, no sentir en mis hombros la responsabilidad de toda la gente que depende de mí, que espera con total seguridad de recibir lo que me obligo a darle. Para eso crecí. Para eso edifiqué.
Ahí, en éste lugar, me relajo. Suelto los hilos. Me desarmo. Soy un rompecabezas con las piezas al viento, y no importa si al unirse las piezas lo que se forma es un árbol, una mesa, una mujer, un pájaro, una calle desierta, un farol encendido, una rosa. Desarmada. Suelta. Floja. Blanda. Despierta. Con los cinco sentidos explorando la libertad.
Soy mía.