lunes, 3 de agosto de 2009

ser aire



Recorro la calle atardecida juntando hojas de diversas formas.
El sonido del viento es como una canción de despedida. Es como la música de una cajita en donde guardamos la infancia junto con el primer deslumbramiento y el último amor.
Me gusta haberme quedado sola a ésta hora en la que el sol no lastima los ojos ni la piel.
Julio terminó, demasiado frío.
Amo éstos momentos en que me desconecto de todo y soy apenas un vacío que nada tiene y nada espera. Todos los dolores y los sufrimientos se borran.
Sin pensar, soy igual a una nena que juega con su balde y no quiere regresar a la casa. Soy una transparencia que nadie ve.
Que hermoso me parece ser dueña de mi misma. No responder preguntas ni tener la necesidad de preguntar. Aceptar lo que hay en mí ahora. No comparar, no programar, no hacer proyectos, no sentir en mis hombros la responsabilidad de toda la gente que depende de mí, que espera con total seguridad de recibir lo que me obligo a darle. Para eso crecí. Para eso edifiqué.
Ahí, en éste lugar, me relajo. Suelto los hilos. Me desarmo. Soy un rompecabezas con las piezas al viento, y no importa si al unirse las piezas lo que se forma es un árbol, una mesa, una mujer, un pájaro, una calle desierta, un farol encendido, una rosa. Desarmada. Suelta. Floja. Blanda. Despierta. Con los cinco sentidos explorando la libertad.
Soy mía.

1 comentario:

Mailen Celeste dijo...

Ha! buenas chika, bello relato... me ha transportado a las veredas en el west... a caminar sola, sonriendo casi con cara de tonta sin saber bien por que!
Y el aroma en el aire. Es escencial estar en el presente que esta lleno de maravilla si sabemos mirar.


Saludos!
Mailen