martes, 31 de diciembre de 2019

2019




El año  PRESENTE. Con un camino de expansión de conciencia que será infinito como el universo. Alcancé muchas metas que acompañan y llenan de fuerza mis deseos, cada vez más concretos. No dejé de enojarme por algunas cosas, pero logré que esos momentos duren literalmente cinco minutos, para después reír. Me vestí de espejo y propuse desarrollar mi percepción al punto de conectar el mundo exterior con mi más profundo ser, ser una iva sincronizada con todo lo que sucede. Agradecí cada día de mi vida. Le dije demasiadas veces a todos los que quiero, cuanto los quiero. Sentí como mis pies se volvieron parte de la tierra y como mi columna sintonizaba con el aire  y adquirí una firmeza y una actitud frente a la vida que me tiene contenta y feliz.


lunes, 23 de diciembre de 2019

sobre la mudanza




Si tengo que encontrar alguna ventaja de ser inquilina, entre las que tuve que pensar durante un largo rato antes de responder “ninguna”, llego a la conclusión de que no evolucionamos demasiado, encontramos tecnología y ya,  tenemos mucho de la prehistoria, seguimos siendo grandes nómades. Quizás ya no viajamos demasiados kilómetros pero si vamos abandonando un lugar para ocupar uno nuevo como supervivencia a este capitalismo que cada día nos excluye un poco más. Mudarse según como lo veo entre mis experiencias y las de quienes me rodean es para pasar de un alquiler caro  a uno que está más barato. Es transar con la inmobiliaria que menos explote, o pegarla con un dueño re piola por destello cósmico.  Por lo general la mayoría de las veces no es para mejor, sino porque no queda otra. Algunas veces se pega una herencia u otra excepción universal, pero en líneas generales siempre coincide con lo que les cuento.  Esta vez, diría que tuve “mucha suerte”. Pero no fue suerte. Fue una decisión tan consciente como el tamaño del océano.
Volviendo a lo que podemos llamar “ventaja”, la mudanza es sinónimo de desapego. Obliga a revisar cosas que están archivadas y olvidadas en todos los rincones. Aparecen cartas, exs, viejas amistades, la nostalgia, los recuerdos. El tacho de basura se llena con más frecuencia. Hay decisiones que tomar. ¿Lo tiro o no lo tiro? ¿Dejo ir? ¿Suelto? Mudanza implica ser parte del mundo y de ningún lugar. Ser mío. Ser mía. Es una construcción, lo que lleve o lo que no lleve, no me definen. Somos creación. Y ya lo decía un genio, “poder decir adiós, es crecer”. Si no nos despedimos alguna vez, no maduramos nunca.
Es la tercera vez en mi vida que me mudo y siento que por primera vez aprendo algo de todo este maneje. Un año antes lo planeé. Unos meses antes lo visualicé. Imaginé la casita que ocupo tal como está aquí y ahora. La lucha vale la pena. Y si esta movida tiene que seguir muchos años más, la vamos a llevar bien  libre y colectiva. Deseo que en un futuro cercano no nos traslademos de casa en casa, sino de comunidad a comunidad.