martes, 1 de diciembre de 2020

Penélope Centennial

 Ya estoy cansada de tejer y destejer tantos años seguidos. Hoy se cumple el aniversario veinte y estoy más contenta que nunca. Siento que todos los días de estire de hilo y enriedo de emociones están valiendo y mucho. Hoy me siento más joven. Mi chiquito volvió y el aire está lleno de olores ricos, como si en Itaca la primavera nunca se hubiera ido. 

Mientras también imagino como estará él ahora, tan guerrero y luminoso, quiero dejar de mirar al cielo para mirarlo ojos otra vez. Sigo sobreviviendo en este palacio rodeada de hombres que no quiero, que se acercan para tomarme la mano o se arrodillan pidiendo por favor que les de una oportunidad. Ernesto es el más pesado de la manada, no deja de preguntarme cuando voy a terminar mi telar y me apuró con que tenía que salir del cuarto aunque sea para cocinarles una vez, porque quería corroborar que además de todos los lujos que nos está robando también puede tener a una cocinera buena y gratuita. El otro día le tiré un tazón con semillas con mucho disimulo y me dejó de preguntar. Me enteré que las lenguas de la isla quieren que se defina el poder, y estaban planeando elegirme entre todos a un nuevo pretendiente. ¿No pueden ver a una mujer sola y tranquila? ¿no puedo acaso empoderarme? Estas agujas me están salvando la vida. Las del tiempo no lo sé. Yo solo sigo pidiendo a Atenea que nos proteja mucho, y se que todo va a estar bien. Ayer en mis sueños el apareció como renaciendo desde el mar. Está muy cerca, lo siento, como también sentí a mi pecho explotar en todos mis cumpleaños, y como la tristeza me comió las lágrimas y me volvió al ceño fruncido pero atento. Siento también como mis manos están mas fuertes, y como  mi paciencia alcanzó el infinito.