domingo, 26 de marzo de 2017

quien baila, sus males espanta.


Como dice Whitman: canto al cuerpo eléctrico. Yo lo acompaño. Hay que festejar el movimiento,  y me atrevo a asentarlo como una afirmación: basta de dudar, la naturaleza no lo hace porque no se queda quieta; y hacia esa firmeza avanza, con catástrofes o con eventos que dan valor añadido a la vida misma, cuando la señal de un arco iris es el comienzo para animarse a comenzar ese proyecto que nos daba tanto miedo.
Miedo? el amigo de las pausas, de los frenos, de las causas perdidas. Si con cada paso que damos somos más libres no hay que quedarse. Me cansé de las justificaciones sin sentido. De aceptar todo tipo de subjetividad porque lo que vale es lo relativo; creo que en un extremo eso me pierde, me desespera. me detiene. Y si hay algo que además de Buda dice la sabiduría de la experiencia, es que no hay que aferrarse a nada.
Ojo, a veces el proceso de gestación nos pide calma. (ven, ahí me sale el otro lado siempre como mención).
Estoy mucho más convencida que con las intenciones se establece esa conexión que tanto pensamos en vano y es tan, tan bàsica y linda que no necesita ningún pensamiento complementario para ser sostenida; es esa intuición que el alma impulsa a hacer; porque cuando uno quiere hacer(se) bien no hay otra cosa que pueda dañar, no es válido el arrepentimiento, sólo estamos destinados a la calma del corazón.

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