sábado, 13 de marzo de 2010

yo y yo



Nunca me gustó la noche, la gente transpirada, las luces. El sabor a derrota, el olor a porro prensado. Los pasillos intransitables y la música que sólo rebota la mente. Sin embargo salgo más de noche que de día, duermo más de día que de noche, y amo los cafés de primera hora de la mañana con el único fin de que el cuerpo aguante.
A veces me siento irreal, materia muerta, marchita. Y otras hasta creo que estoy caminando a varios metros del piso, el problema es que el aterrizaje no siempre es perfecto. Soy sinónimo de contradicción, de ambigüedad, de causas perdidas.
Siempre tengo las manos frías y ásperas y la sonrisa quebrada, busco boludeces en cualquier calle. Me acostumbré a ser segundo plato, tercer escalón, cuarto movimiento. Me enamoran las sonrisas, las miradas, los versos pero normalmente puedo alejarme de todo lo envuelto y recién sacado de otro mundo que se cruzó con el mío por casualidad. Casi siempre lo consigo. Lucho contra mí misma bastante seguido, hasta que todos se cansan de seguirme la corriente y dejan de ser.
Sigo creyendo que se piensa demasiado y se siente muy poco, y me incluyo en el horrible grupo aunque sólo sea en una definición.
Me asusta casi todo pero contra la mayoría de cosas ya tengo un mundo paralelo al cual irme cuando enfermo de todos los males de esta sociedad.
Siempre esperando que arrecie el temporal.
sonrían-

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