jueves, 16 de julio de 2015

improvisando me


En estos días, anduve revolviendo todos los cajones olvidados. En el último del placard encontré unas gafas, que andan re-pasadas de moda; (a mí no me condicionan en nada), de hecho creo que me encanta que no se encuentren en ninguna vidriera o feria; son mías, siempre lo fueron. Qué suerte. Qué bueno encontrarlas, estaba asustada; no sabía qué estaba buscando entre todo eso, pero ahora que las tengo no quiero perderlas de vista otra vez. Y me estoy encargando de activar todos los recursos necesarios para mantenerlas acá.
 El marco es color violeta transformación. Volver a usarlas fue como regresar de la matrix a la realidad; o de lo borroso a la claridad.
Al ponerlas sobre mis ojos, noté que hay personas que son invisibles a los vidrios; que no aparecen. Y cuando las quito, figuran con la mirada vacía, como generalmente suelo recordarlas o relacionarlas.
También otras se reflejan distorsionadas, con cabezas muy chiquititas, donde parece no entrar siquiera un alfiler. Y de nuevo, cuando las saco, todo vuelve a  ¿ la normalidad?  No, claro que no. Algo pasa, y esa palabra hecha cuestionamiento no existe más.  El universo colocó todo en el momento justo, en el minuto exacto, por eso me declaro oficialmente una miope de todo eso que me rodeaba: de ahora en más quiero ver la vida con estos anteojos. Cuesta bastante al principio, adaptarse a esta forma de ver, la que antes desconocía. También me siento fea, debe ser hasta que acostumbre. Vale, sé que con el tiempo va a ser alucinante, recuperé uno de mis sentidos más copados. Despacito vuelve iva.

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