lunes, 31 de mayo de 2010

escala de grises color café








Ahí, sentada, está de nuevo la chica gris, con un café entre las manos, humeante, ardiendo, para que se le caliente el corazón; y cargado, muy cargado porque anoche no durmió.siempre insomne.la cafeína es su descanso, un sucedáneo de los sueños con una y media de azúcar, aunque a veces sólo una y otras, sólo media. Por más que miro a la chica gris me sigue pareciendo extraña, hay algo raro en su cara. Tiene los ojos grandes y abiertos como platos, porque a la chica gris lo que más le gusta es observar, por eso aunque no fuma prefiere la zona de fumadores porque es la más cercana a la ventana, y también porque podría pasar horas enteras viendo como el denso humo poco a poco desaparece y las colillas se consumen, indiferentes, ante las conversaciones, banales a veces y otras profundas, de aquél que las encendió, y fue por el humo denso que la llamé chica gris. Sin embargo esos ojos curiosos suelen tener la mirada triste pero ahí está lo raro, siempre que miro a la chica gris tiene esa media sonrisa que le da esa expresión que es tan infantil, como si la tristeza se quedara en los ojos y nunca bajara a la boca. Y puede que otro prefiera decirlo al revés que la felicidad no le llega a los ojos, y no soy yo quien para contradecirle, pero eso no sería posible porque los sentimientos se mueven por la acción de la gravedad y la chica gris nunca aprendió a hacer el pino, es del tipo de cosas que sabe que no se le darán bien y siente un gran aprecio por su cabeza así que mejor no tentar a la suerte… me pregunto si la chica gris creerá en la suerte. nunca hablé de este tema con ella.
 Conocí a la chica gris una tarde de lluvia en el mismo bar en el que ahora está sentada hace algún tiempo, pero esa es otra historia, en otro mundo.

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