jueves, 15 de diciembre de 2016

mil veces más



Cada ser es una probabilidad del universo. Puede haber tantas formas de accionar como pensamientos en la humanidad. Pero el baile empieza desde acá. Es interior. Supongo que hablar sin apoyarse en un marco teórico es casi como un cuento maravilloso; pero cuando el mundo en el que vivís funciona así, todo tiene sentido: un volcán, el final de una estrella, la posible extinción del sol; el colapso del tiempo, la revolución. Todo. Es esa línea que va desde acá hasta quién sabe donde; pero siempre hacia adelante. La pifiamos muchas veces, pero también aprendemos más rápido, y el pasado nunca nunca es igual al futuro:  eso es esperanzador, quizás pasen millones de años, pero el agua se va a evaporar en algún momento  y se va a transformar en lluvia. tal vez evolucione en tormenta. Y el sol que asome después regalará un espectáculo que vale la pena contemplar.
Y con eso del accionar nos volvemos un poco más locos; es hermoso, porque no es algo malo estarlo cuando honrás tu cuerpo, respetás a esa voz interior que te quiere, sólo que a veces está cargadita de culpas y miedos atribuídos a factores externos.  Esa voz sale desde la fuerza inicial,  que no tiene explicación científica pero existe,  es instinto puro:  impulsa a escuchar una canción, a llorar, a acercarse o a alejarse de cosas, a enamorarse,  a respirar. A pedalear por  un camino u otro con la bicicleta del corazón. 


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