Vamos caminando. Muy despacio. El olor de todas las cosas que nos atraviesan huele a sándalo. Solo sé que esto se siente bien. Chocamos los cinco antes de ir a dormir, porque este big bang está durando demasiado y tenemos miedo de que ya termine. Pero lo dejamos a un lado para poder tomar unos mates y comer unas galletitas. A veces me sorprende el espejo con una sonrisa, otras solo siento que no podemos más y que esto es como muy lindo para ser real, pero tratamos de mantener el equilibrio y bailamos, y cantamos el estribillo de la isla del sol mientras armamos las camas y saltamos en la casa, un hogar lleno de vida y luz.
Hace rato que nos suicidábamos cotidianamente con la resignación y hoy sólo podemos decir que sí a todo, y aunque nos colgamos un par de veces con la puerta abierta y las cosas técnicas que se rompen y pueden fallar sabemos que así también como el tiempo todo lo arruina, siempre todo lo repara.
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