martes, 6 de mayo de 2014

miro alrededor, quiero meter la cabeza en el grabador


Hay música para dormir. Hay música para tomar un café. Pero hay también otra cosa. Algo que no se resume en notas, ni en poesía, ni en la radio. The Clash tuvo el honor de ser mi experiencia sonora favorita, aquella que con cada disco generó una sensación diferente: ganas de romper cosas, ganas de sabiduría, ganas de luchar por lo que uno quiere, ganas de  plenitud. Cada uno de esos impulsos acompañan la cronología de sus ediciones en el mundo.
Conocí a la banda a los 13 años, cuando empezaba a dejar de leer a Federico García Lorca para convertirme en su fiel y maniática seguidora, hasta las venas. El auge del internet, que todavía se colgaba del cable de los teléfonos de mi casa, hizo que además de libros le sume historia al asunto. Biografías, Wikipedias, y ahí, preciosa, esperándome, estaba Spanish Bombs: la atrapante guerra sin precedentes acompañando a la maravillosa melodía con fotos del perfecto escritor . Spanish Bombs a mis manos. La más linda del inexplorado mundo de los videos cibernéticos. Por lo menos, para mí.
Claro que, el éxtasis divino se acompañó de mis inicios comunistas. "Estoy tan aburrida de los USA", una remera del Ejército Zapatista, y unas ganas tremendas de cerrar los ojos y aparecer en el Londres prendido fuego.

No hay comentarios: