¡ahá! ¡Ahora entiendo todo! (en realidad la palabra entender
me queda muy grande, yo diría aceptar. Esa me gusta más). Porque hay cosas que nunca voy a comprender. No tiene que ver con un boicot a mi inteligencia,
o con ser cerrada, sino con el simple
hecho reconocer que existen límites, impuestos por mí, claro, necesarios, para
formar parte de la evolución espiritual, para no volver a ser la mina no amada,
la piba encerrada; y por suerte el paso del tiempo deja un
aprendizaje luminoso. Nunca termina
nada, siempre me gustó decir por algo, se empieza. Gustavo me cantó muchas
veces la posta; y separarse de la especie por algo superior no es soberbia, es
amor.
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