Perdí. Perdí mucho terreno. Me preocupé tanto por lo que quería ganar que me olvidé que perder no es un verbo del pretérito, es parte del presente. Hay un vacío. Hay semillas que tardarán un poco más en crecer. Hay otras que no quisieron quedarse ahí y simplemente migraron con el aire hacia otro lugar. Quizás las dejé ir sin darme cuenta. No pude visualizar todos los elementos con los que podía acomodarlas. Ahora llevo un manual de instrucciones grabado en mi alma para mejorar la próxima siembra.
La lluvia llegará al fin, y como ritual nativo sólo voy a bailar y a festejar esa perfección, veré caer esas lágrimas que evaporaron para ser gotas que participan de la creación y del trasgredir. Mis sentidos saborearán el olor de la madera mojada y las nubes se desarmarán cuando todo se acomode y reine la calma, abriendo el cielo a una luz infinita de múltiples colores que terminará en mí. Afortunada. Brillante. Acompañada. A cosechar alegría.
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